Es conocida principalmente por su obra basada en la fotografía, que combina su formación como diseñadora gráfica con su interés por la poesía y la influencia de los medios de comunicación de masas.
Según Bárbara Kruger la fotografía puede ser un medio de difusión importante y lo define como “difusor de convenciones, mercancía cultural y hobby globalizador”.
A través de la representación las imágenes consiguen decretar lo que en apariencia es real, y por consecuente pueden plantear cuestiones o debates. Kruger se plantea la pregunta de que si es posible “construir un modo de mirar que acoja la presencia del placer y escape a las decepciones del deseo”. Además plantea cómo las mujeres artistas se sitúan en el mercado que “las construye y (…) engulle”.
La artista con su obra intenta ir en contra de prototipos y determinadas representaciones para acoger a un público femenino dentro del mundo patriarcal, como también lo es el mundo del arte. Pretende hacer pensar en y quiénes guían la imagen femenina, los placeres de las mujeres, sus carencias y sus relatos. Barbara Kruger se posiciona por el lado de lo que no se ve, de aquello que está excluido por lo evidente y afirma “pretendo alterar las austeras certezas de las imágenes, la propiedad y el poder”.
De todas formas, el arte de esta artista está afuera de lo que sería el movimiento feminista de los ´70 y de los sucesos que en esos años dieron visibilidad al trabajo de mujeres artistas. En los ´80 el trabajo de Kruger se sometió a un profundo cambio a respecto de los movimientos feministas. En la generación creadora de Kruger el género se empieza a entender como una “construcción producida a través de la representación” más que como una condición natural.




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